15demayo.info
1. Reforma de la ley electoral.
El sistema actual fomenta el bipartidismo y la alternancia en el poder (la alternancia en el poder es un signo democrático y es el fruto del voto de los ciudadanos, no aporta nada a la frase) mediante un reparto no proporcional de éste (a que se refiere éste, ¿a el poder? que significado realmente tiene el "reparto no proporcional del poder". No es lo que se quiere decir, si no como se dice...).
Demandamos una ley electoral que garantice la equidad del voto, independientemente de la opción política y región en la cual se vote.
2. Democracia participativa. La democracia no debe consistir en conceder autoridad plena durante una legislatura. Los ciudadanos deben poder tomar parte en la toma de decisiones que afecten de manera trascendente a su futuro.
3. Intolerancia a la corrupción y transparencia gubernamental. (Tal como esta redactada se refiere a Intolerancia a la transparencia gubernamental. Y el uso de gubernamental acota al Gobierno)
Afirmamos que la corrupción ejercida por los miembros de los partidos políticos alcanza un nivel intolerable. Por ello demandamos una mayor transparencia en los partidos y las instituciones públicas (la transparencia y la corrupción son asuntos diferentes aunque complementarios), así como garantías de una separación fundamental entre los poderes del Estado.
1. Reforma de la ley electoral.
(la referencia al bipartidismo, con una nueva redacción, es opcional)
Demandamos una ley electoral que garantice la equidad del voto, independientemente de la opción política y lugar en el que se vote.
2. Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública.
que recoja el derecho de los ciudadanos a conocer y con un alcance suficiente para poder ratificar el Convenio del Consejo de Europa sobre Acceso a Documentos Públicos.
3. Democracia participativa.
La democracia no debe consistir en conceder autoridad plena durante una legislatura. Los ciudadanos deben poder tomar parte en la toma de decisiones que afecten de manera trascendente a su futuro. (Ejemplo. Referéndum sobre el rescate a la banca)
4. Intolerancia a la Corrupción.
Afirmamos que la corrupción ejercida por los miembros de los partidos políticos alcanza un nivel intolerable, por ello demandamos una mayor transparencia en los partidos y las reformas legales necesarias para acabar con la corrupción. Así como garantías de una separación fundamental entre los poderes del Estado.
Aún así quedarían fuera temas donde hay un amplio consenso como la reforma del Senado, limitación de mandatos por ley, listas abiertas o desbloqueadas y la autonomía de los parlamentarios frente a las consignas partidarias.
Así mismo hay la posibilidad de presentar un Preámbulo junto a las medidas como se propone en el Foro de 15demayo.info, pero complica el consenso. Transcribo aquí por su interés el borrador redactado en dicho Foro,
"Un conjunto amplio de ciudadanos asumimos como propios los principios básicos que la Constitución de 1978 protege: la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político y en especial la soberanía del pueblo.
Sentimos, sin embargo, que dichos valores, que son además símbolo y síntesis del esfuerzo colectivo de toda una generación para establecer un marco de democracia y libertades, no se han visto suficientemente protegidos en la práctica.
Las propias instituciones del Estado no responden al contenido ni al espíritu de la Constitución. Ejemplos de ello son, entre otros, la falta de separación efectiva entre el poder judicial y el legislativo o que el Senado no haya llegado a ser, más de 30 años más tarde, la cámara de representación territorial que se pretendía.
Por otra parte los mecanismos para asegurar una estabilidad política que la Constitución aportaba han tenido la consecuencia no deseable de dar lugar a un bipartidismo de facto, que junto a la discutible democracia interna de los partidos (ejemplo de ello es la disciplina de voto) impide que en los poderes públicos se refleje de manera mínimamente ajustada la verdadera pluralidad de la sociedad. Además, la ciudadanía ha sentido que muchas veces sus representantes políticos no ejercían sus labores con una dedicación, honradez y ánimo de servicio público a la altura de lo que que se esperaba de ellos de acuerdo a sus cargos, otorgándose en ocasiones a sí mismos privilegios excesivos.
Y lo que es más grave, la acción de los gobernantes no responde a menudo a la voluntad mayoritaria de los gobernados. No se trata tan sólo de síntomas de un sistema comprensíblemente imperfecto que ha ido adaptándose a una realidad cambiante. La acción u omisión de los poderes públicos que deben representar la gestión del bien común ha dado lugar a perjuicios claros y manifiestos en contra de ese bien que deben proteger por encima de todas las cosas.
Son especialmente indignantes todos y cada uno de los casos de corrupción por parte de cargos públicos, de unos y otros partidos, en administraciones de todo rango. Tan sólo su número y naturaleza tendrían que llevar a la propia clase política a una severísima autocrítica que brilla por su ausencia.
Resultan asimismo inaceptables los recientes ejemplos de sometimiento del poder político al económico, bajo excusa de tratarse de la consecuencia inevitable de una economía de mercado globalizada. Una enorme parte de culpa de que nuestra sociedad no haya podido enfrentar esta crisis global en mejores condiciones la tiene la visión cortoplacista, miope y cobarde de la acción legislativa y de gobierno del conjunto de la clase política, en especial de todos los grandes partidos con responsabilidades de gobierno. No se quiso o no se supo poner coto a la llamada burbuja inmobiliaria ni sentar las bases para una diversificación de la actividad productiva. Las inversiones sin un riguroso estudio previo y en época de bonanza, en infraestructuras que ahora se demuestran innecesarias, pueden haber ganado las simpatías de unos y otros y ayudar a la permanencia en el poder a algunos cargos electos pero no son más que un ejemplo de la primacía del ansia de poder sobre la responsabilidad en la administración de los recursos de todos.
La actual crisis no hace sino más patentes esos perjuicios. Ante los desmanes del sector financiero, nos encontramos que, por ser sector estratégico cuya estabilidad es clave para la estabilidad del conjunto de la economía y en consecuencia de la sociedad, se da lugar a la consabida injusticia de que los beneficios tengan naturaleza privada pero las pérdidas se acaben socializando.
Pero lejos de evitar responsabilizarnos como sociedad civil, asumimos que la democracia exige una ciudadanía activa y responsable. Reclamamos por todo lo dicho una regeneración democrática que suponga, entre otras cosas una mayor y más frecuente implicación de los gobernados con las decisiones que les afectan. Es una regeneración, que además, debe necesariamente hacerse extensiva a la clase política.
Plasmamos la esencia de nuestra propuesta en los siguientes puntos básicos que consideramos sintetizan los cambios que se tienen que llevar a cabo. Puede haber otros aspectos adicionales y dejamos las puertas abiertas a otras aportaciones que se hagan con un mismo espíritu y que despierten un amplio consenso. Queda también abierta la manera en que la estructura de partidos, las instituciones y la sociedad en su conjunto deba dar curso, si lo estima oportuno, a estas propuestas y a las las medidas concretas que entre todos lleguemos a acordar para su puesta en marcha:"